sábado, 17 de diciembre de 2011

Insignificancias de la vida: CARPE DIEM

Bailar bajo la lluvia,
correr descalzo,
gritar sin que nadie oiga
palabrotas entre relámpagos.

Abrazar a alguien querido,
llorar desconsolado,
componer una sonata,
no saber si serás amado.

Disfrutar de una canción,
tomar a tu padre de la mano,
emprender un viaje infinito
olvidando el calendario.

Ver en otros ojos tu reflejo,
notar a la sociedad cambiando,
no traspasar el borde del precipicio
porque tu hermano te está sujetando.

Acurrucar a tu hijo,
enmendar un pasado amargo,
tomar decisiones propias
sabiendo las consecuencias de tus actos.

Son cosas insignificantes
pero que valen la pena,
pues amigos ved que ella anhela,
sabed que la muerte espera.

Que debéis aprovechar el tiempo,
ese que sin alas vuela,
que se escapa aunque no queramos
como un suspiro entre rejas.

Porque un día despertaréis,
sabiendo que vida no os queda,
que queréis correr con fuerza
y ya vais en silla de ruedas.

Que os queréis peinar
y no tenéis pelos en la cabeza,
que asombrados os miráis
porque no queda ni pelo en las cejas.

Que intentáis saltar,
tan alto como se pueda;
que sólo subís dos palmos,
y no tocáis las estrellas.

Descubriréis que no aprovechasteis
esa oportunidad pasajera,
de vivir como nunca una vida,
de vivir una vida plena.

3 comentarios:

  1. "son cosas insignificantes..." o no. Felicidades. Me trasmite tanta sensibilidad...

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  2. Bueno, no sabía que tenías un hijo poeta M. Carmen. Muy cierta la reflexión que nos invita a disfrutar de las cosas sencillas de la vida, que al final, es lo único que de verdad recordamos cuando pasa el tiempo. Me gustaría ver algún otro poema por aquí de vez en cuando. Un saludo.
    Antonio Espino.

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  3. Gracias Antonio, porque como tu dices, las cosas importantes pasan porque deben pasar, pero son las pequeñas cosas las que recordamos porque cambian el transcurso de nuestro ser, desde mi opinión claro.
    Un salu2

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